Los actuales modelos de enseñanza en el sistema educativo han caído en crisis producto
del predominio del libre mercado y la necesidad de estandarizar a los jóvenes para su inserción en el mundo laboral.

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Esto conlleva a creer que la educación es un bien de consumo, que se desarrolla al interior de una sala con un grupo de 40 personas y frente a un profesor que dicta la materia y evalúa quién está apto y quién no. Esto genera relaciones ilusorias entre el estudiante y su entorno.

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Nace entonces no un nuevo modelo, sino una nueva forma de pensar profundamente la educación y que se llama “Educación para Ser”. Desde esta perspectiva, entendemos que somos interdependientes con el medio ambiente, nuestro devenir depende de la preservación de la vida en el planeta y del cuidado de todas las formas de vida. Al mismo tiempo, todos somos fuente primaria de conocimiento y motor del cambio social, lo que nos lleva a plantear una educación de carácter comunitaria donde no se segmenta en grupos etáreos, clases sociales o delimitación de lugares.

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Nuestro fundamento parte del sentido de unidad de materia, mente y conciencia, desde una mirada holística, el pensamiento complejo de los sistemas vivos (organismos, sistemas sociales y ecosistemas) y de la interdependencia en constante movimiento. Valoramos la intuición, el contacto profundo con la naturaleza y la armonía en medio de la diversidad.
 

 

Planteamos, pues, un entorno propicio para el conocimiento de sí mismo, la autoaceptación, el respeto recíproco, la creatividad y la libertad de decisión.

De acuerdo a lo anterior, surge un tipo de aprendizaje que estimula una dinámica personal de progresos y regresos válidos, de acuerdo a las fases de maduración de cada individuo e intercambio con el entorno. A la vez, nos transformamos en fuente de conocimiento capaz de crear contenidos desde la experiencia, crear ambientes para el libre desarrollo, de acuerdo a las necesidades, tiempos y procesos de cada ser.

En conclusión, con la Educación para Ser buscamos formar personas autónomas, críticas e
integrales, incluyendo los factores de la personalidad: somático, afectivo, cognitivo y social.
De esta manera, seremos plenos y conscientes de las posibilidades de ser y de cambio
social.